Siento que ya es tarde. Yo sóla he cavado mi propia tumba. Sí, estoy muerta. Arrepentirse ahora de nada sirve. Actué, mal, pero actué, y a pesar de que ya ha pasado tiempo es algo que no se olvida. Y que otro no puede soportar…
Duele pensar que con mis acciones he herido tanto el corazón de la persona que más quiero, he querido y querré en este mundo, en esta vida… Siento que desfallezco. Mi corazón late, pero lo hace sin sentido alguno. Únicamente la esperanza lo mantenía fuerte, el imaginarme aquellos ojos verdes penetrando en mí y recorriendo cada parte de mi ser, sintiéndome frágil, pero a la vez segura, protegida.
Ayer, en tus brazos, sentí que mi vida era tuya, que mi ilusión iría allá que fueras tú… que todo podría ser como antes. Pero no. Mi intuición, por primera vez, ha fallado. Ahora mismo siento que me ahogo, que no puedo respirar, que sólo quiero llorar y llorar hasta deshidratarme por completo. Un nudo aprisiona mi garganta, quiero gritar y no puedo.
Siento que ambos quisimos olvidar, sin éxito. Me da rabia pensar que una persona que jamás fue un segundo plato se sienta como si lo fuera. Me da rabia pensar que problemas que me negaba a solucionar en su día sean la causa de muchos de los enfados y en parte de la situación que ahora se atraviesa.
Tengo que conformarme con saber la verdad sobre todo esto. Debería bastarme pero… duele. Simple y llanamente duele. Duele tanto que mata. Ya lo he dicho antes, estoy muerta. No puedo concienciarme de pasar toda una vida sin él, no puedo. Quizás, algún día, harta de todo, me arme de valor y me pegue un tiro y adiós a todos. Es lo que más deseo ahora mismo en verdad. Me mata haber causado tanto dolor por mis continuos errores. No puedo vivir sabiendo su dolor. Si él al menos estuviera bien…
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